Una venezolana que vivió en carne propia la precariedad del trabajo mientras recolectaba frutas como mandarina y arándanos.
La historia de Yesenia es un viaje desgarrador. Lo que parecía una oportunidad excepcional se convirtió en una pesadilla. Separada de sus hijos, esta venezolana se vio atrapada en condiciones laborales extremas y deplorables. Compartir una casa abarrotada, dormir en contenedores y ser tratada sin humanidad fueron solo algunas de las injusticias a las que se vio sometida. Como madre soltera, lucha para ser voz en la erradicación de la trata de personas y reconstruir su vida en Chile. Esta es una historia real que revela la dura realidad de muchas personas que sufren en silencio este tipo de explotación en el país.
La venezolana Yesenia del Carmen Díaz arribó a Chile por un paso fronterizo regular y habilitado en febrero de 2018, con el propósito de buscar un futuro más prometedor tanto para ella como para sus dos hijos.
“Abandonar Venezuela no era simplemente una alternativa, sino una necesidad vital para poder subsistir”, afirma.
Añade que tomar la determinación de emigrar implicó la dolorosa separación de sus hijos, dejándolos en su país natal.
Hacia finales de 2018, Yesenia se encontraba entre un grupo de inmigrantes que creyó haber hallado una oportunidad excepcional para brindar apoyo a sus familias en Venezuela. En un hotel de la ciudad de Curicó, recibieron una explicación detallada sobre las condiciones laborales y los salarios que obtendrían al trabajar en cultivos de frutas para empresas contratistas dirigidas por Francisco Segundo Mendoza Berríos, gerente de Soluciones Agrícolas SpA. No obstante, pronto se desvanecería su ilusión.
Desde el principio, las condiciones laborales acordadas sufrieron modificaciones para Yesenia, junto con sus compañeros. Una vez que firmaron los contratos, fueron trasladados a Coquimbo para desempeñarse en la cosecha del fundo Tilama, el cual es propiedad de Valles del Sur SpA, una empresa afiliada a San José Farms.
Al llegar al fundo, se enfrentaron a una realidad alarmante: catorce personas debían compartir una casa con apenas tres habitaciones y un solo baño. Sin hacer distinciones de género, se veían obligados a acomodarse como podían, ocupando todos los rincones disponibles. Yesenia relata:
“Para poder utilizar el baño, teníamos que levantarnos a las cuatro de la mañana y turnarnos entre nosotros”.
Además, agrega que en otros fundos debían dormir en contenedores, en condiciones similares o incluso peores.
“Nosotros gritábamos, ‘¡agua pa’ las bestias, agua pa’ las bestias!’, porque llegaba un momento en que teníamos tanta sed, que nosotros preguntábamos dónde estaba el tarro con agua y no nos pescaban”, dice.
Yesenia relata que las condiciones a las que se enfrentaron eran extremas. Destaca un evento en particular:
“Nos obligaron a subir un cerro muy alto durante 40 minutos. Era tan empinado que teníamos que agarrarnos de las manos formando una cadena con tres de nuestros compañeros. Ese fue el momento más aterrador de mi vida, pensé: ‘aquí es donde voy a morir'”.
Una vez finalizados los trabajos en ese fundo, Yesenia y sus compañeros fueron trasladados a otros campos donde las condiciones no mostraron mejoría alguna. Uno de estos casos fue Agrícola Los Robles Limitada, propietaria del fundo El Arrayán, situado aproximadamente a cinco kilómetros de Purranque, en la Región de Los Lagos.
“¡Nos daban comida podrida, porque es la verdad, podrida!”, cuenta Yesenia con vehemencia.
Una vez finalizados los trabajos en los fundos, Yesenia y sus compañeros regresaron a Curicó. Sin embargo, lamentablemente, Yesenia y varios de sus compañeros fueron despedidos debido a su valiente acción de denunciar las irregularidades ante la Inspección del Trabajo de Osorno. La institución pudo constatar las graves condiciones en las que operaban, tal como consta en la querella presentada por la Fundación Libera por el delito de trata de personas con fines de trabajos forzados.
En la actualidad, Francisco Mendoza se encuentra en paradero desconocido y sus oficinas, ubicadas en la calle Arturo Prat 330 en Curicó, se encuentran vacías y desocupadas.
La causa colectiva relacionada con el caso de Yesenia continúa en desarrollo. Como madre soltera, ella logró regularizar su situación en Chile y pudo traer a sus hijos desde Venezuela gracias al apoyo brindado por la Fundación Libera. Actualmente, Yesenia trabaja y se encuentra aprendiendo el oficio de fraguadora y pegadora de cerámica.
Con una determinación firme, Yesenia afirma que el delito de trata de personas debe ser erradicado por completo.
“Las personas no estamos destinadas a ser esclavas, simplemente estamos prestando un servicio. Esto no es una historia ficticia. No se imaginan la cantidad de personas que sufren este tipo de daño aquí en Chile”, enfatiza.